Energía social Excelsior

Por Ana Lucía Medina y Gabriel España*En aquel septiembre de 2017, los terremotos sacudieron la tierra de Oaxaca, Morelos y la Ciudad de México.
Mas no sólo se movió la tierra, sino también la conciencia social.
Gente de todo el país e, incluso del mundo, despertó para organizarse espontáneamente con el propósito de llevar alivio a la gente afectada.
Algunos jóvenes se alistaron de inmediato y con herramientas mínimas se lanzaron a los hogares más afectados para llevar auxilio lo más rápido posible.
Lo primero era salvar vidas.
Después vendría el apoyo de otras partes del país, pero ahora, con la finalidad de dar apoyo a las personas que se habían quedado sin techo.
Es la conciencia social que despierta de manera espontánea y orgánica ante una emergencia.
Es la solidaridad que emerge sin distinguir diferencia alguna y con el único propósito de ayudar a quien necesite ayuda.
Son los momentos de emergencia cuando la sociedad se caracteriza por la pasión, el entusiasmo y la empatía que impulsa a las personas a actuar solidariamente.
Si bien una urgencia es la chispa necesaria para ciertos casos espontáneos de apoyo, hay otras formas de participación colectiva como movimientos sociales, organizaciones comunitarias, activismo, eventos solidarios o proyectos de voluntariado.
Esta energía social puede despertar en respuesta a una injusticia, una necesidad apremiante o un deseo de mejora y transformación.
El movimiento #MeToo es un ejemplo de una energía latente, que está ahí, pero que cobra fuerza repentina.
Cuando The New York Times daba cuenta de un abuso de Harvey Weinstein fue Alyssa Milano quien salió a decir “a mi también”.
Las personas se sienten empoderadas al ver que no están solas en sus esfuerzos y encuentran fuerza en la comunidad.
El país requiere de esa confluencia de energía social para superar los graves problemas que padecemos.
Retos que, además, van empeorando aceleradamente.
Sin duda dos de ellos, por mencionar sólo un par, requieren de una buena vez nuestra atención total.
La inseguridad y la lacerante pobreza no podrán ser resueltas si no tenemos el apoyo activo de toda la sociedad.
Es ingenuo pensar que un país dividido y confrontado entre sí podrá resolver estos y otros problemas que se avecinan.
Que el poder busque dividir no es algo nuevo, pero ahora cobra una eficacia dolorosa y catastrófica.
No lograremos salir adelante si persisten en dividirnos.
Antes que seguir llamando por nombre y apellido a quien encabeza esa efectista indolencia, lo que toca ahora es develar la gravedad de los problemas.
Encender los reflectores sobre ellos.
Porque son tan graves y dolorosos que sólo el despertar de esa conciencia social hacia una confluencia inédita de voluntades logrará los resultados positivos que buscamos.
La buena es que desde hace años viene despegando una energía ciudadana positiva.
Ya lo señaló José Woldenberg en la Plaza de la República en noviembre pasado, tenemos una “democracia germinal”.
Son los primeros pasos de una ciudadanía muy joven.
Y a pesar de su inmadurez, hay ya una fuerza vibrante que se ha manifestado en defensa de la libertad y la democracia.
Medio millón de personas tomaron Twitter un 11 de febrero en un grito de libertad.
Posteriormente, millones más se manifestaron en las calles de manera histórica en todo el país.
Esta inusitada energía social tiene ya proyectado un camino de colaboración y unidad.
Pero sería un grave error, una irresponsabilidad histórica, si en vez de conducir esa gran energía con el fin de solucionar los problemas, nos enfocamos en la pequeñez de las etiquetas.
Como si una marca de dos o tres letras fuera más importante que construir unidad para poder salvar al país.
Qué bueno que surjan liderazgos capaces de despertar y conducir la participación social; y qué bueno que haya novedosos mecanismos para confluir esa energía.
Llevar a buen puerto una candidatura que motive esa fuerza ciudadana es ideal.
Si esa candidatura gana el 24 y acto seguido instala un gobierno de coalición que contenga lo mejor del país, entraremos en un círculo virtuoso inédito.
Uno donde sociedad y gobierno trabajen de la mano para solucionar los problemas.
Esa sola posibilidad comienza ya a tomar una forma sólida.
Vienen tiempos de arduo trabajo, sigue articularnos virtuosamente.
Para buena fortuna, el camino a recorrer está claro.
Ahora toca a cada quien, como en toda emergencia, arremangarse la camisa para rescatar el futuro, unidos.
*Cofundadores de UNID@S y Sociedad Civil México.
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