AMLO es el adversario a vencer SDP Noticias
Las campañas presidenciales suceden en un ambiente de encono. Esto a resultas de que desde Palacio Nacional un hombre proclive al embuste y a la algarabía nutre los ánimos del electorado con animadversión.
El megalómano que detenta el poder cuasi absoluto polariza y divide para perpetuar su mito. Y mientras los mexicanos nos destrozamos a dentelladas, el remedo de tirano en senectud sonríe. Porque su avidez de poder lo ha emponzoñado. Ahora disfruta con la destrucción. Contemplar a su feligresía rabiosa se ha vuelto el espectáculo de ensueño para el presidente de la República. Porque sabe que la rechifla y el enojo opacan y diluyen la verdad. Así con ruido construyó su régimen infame. La mitocracia.
Resulta increíble que la murga que significa el discurso oficialista haya logrado confundir a tantos. Tenemos un régimen autoritario con ínfulas de humanista. Todo es una mentira. El oficialismo ha reprimido libertades bajo el lema de prohibido prohibir.
Prohibicionista y moralina, la tropa de políticos que opera en beneficio de los intereses del aspirante a dictador selvático ha atentado contra libertades y contra la tolerancia misma. Si hubieran sido capaces de prohibir la inteligencia, la hubiesen prohibido. Pues no puede concebirse la popularidad de un partido político plagado de palurdos y corruptos si no es desde la proliferación de la estupidez y la ignorancia política en el país. Nos hemos dejado engañar. Estamos siendo testigos de la agonía de la lucidez en México.
Afortunadamente, la tragedia intelectual descrita ocurre en vísperas de un hecho histórico: la materialización de la mayor reivindicación del movimiento feminista nacional.
Además, cualquiera de las dos mujeres que lleguen a suceder a la ignominia que representa Andrés Manuel López Obrador simbolizará un alivio para todas y todos los mexicanos. Esto a causa de que ambas mujeres, a diferencia del tabasqueño, no son propensas a la demagogia ni a la politiquería.
Mientras que la parodia de mesías presume su rusticidad y su incultura, las candidatas a la presidencia han demostrado ser mujeres de mundo, que entienden la complejidad inherente a la indiscutible y real globalización, y cómo abordarla desde un liberalismo con sentido y compromiso social. Y es que es innegable que AMLO encarna un pasado anacrónico y marchito que urge dejar atrás; y tanto Claudia como Xóchitl representan un futuro de conciencia ambiental, ideología liberal y vocación democrática.
Es por ello que estoy convencido que mientras López Obrador sea el derrotado la próxima elección presidencial, los vencedores seremos los mexicanos. Porque habremos triunfado sobre la conspiración contra nuestra democracia y nuestros valores republicanos. Para eso es fundamental que el día de la jornada electoral tengamos una enorme e histórica participación ciudadana. Y por supuesto que también es indispensable que se evite la hegemonía del partido en el poder. Se necesitan equilibrios políticos y que se vuelva a legislar a través de consensos y el debate inteligente de las ideas.
Somos mucho más de cien millones de mexicanos. Al único que le conviene un conato de absolutismo populista es al despótico que todavía sigue siendo el titular del Ejecutivo Federal. Ni a la candidata de éste le convendría un escenario de mayoría calificada en el Congreso. Eso supondría mayor laboriosidad para liberarse del yugo ajado del obradorato y, por consiguiente, de la falocracia.
Queremos que la agenda mediante la cual se nos gobierne el próximo sexenio sea propia de la próxima mujer que será presidente de México. Sería un ultraje a la razón que la conquista histórica del feminismo se vea opacada por los caprichos de un hombre anquilosado en el ayer.
