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Por:Luis de la Torres MUSEO MANUEL FELGUÉREZEl Centro Histórico de la ciudad de Zacatecas es un museo peatonal.
Bien podría decirse que Zacatecas es la ciudad colonial más bella de América con el adorno de una joya del barroco: su catedral, cuyos canteros supieron hacer orar las piedras transportándolas a los niveles de lo teológico, mucho más allá del simple turismo.
La ciudad de Zacatecas cuenta con cuatro museos de primer orden: el Pedro Coronel, el Rafael Coronel, el Manuel Felguérez y el Goitia, los tres primeros están asentados en antiguos conventos, de entre ellos, el más notable es el Felguérez por ser un edificio del siglo XIX que fuera sede del Seminario Conciliar, hospital y cárcel.
Manuel Felguérez donó su obra para crear un museo de autor.
El gobierno del estado conjugó la arquitectura original con elementos modernos para crear un espacio extraordinario, enriquecido con las obras de más de cien artistas mexicanos y extranjeros para confirmar el nombre de Museo de Arte Abstracto, inaugurado en 1998.
La ciudad cuenta con dos galerías de arte: la Irma Valerio y la Arrollo de la Plata, galerías que han permanecido de manera heroica haciendo exhibiciones contra viento y marea.
Japón, sintiéndose orgulloso por la celebración de los juegos olímpicos de 1964, quiso asombrar de nuevo al mundo celebrando en 1970 una gran feria mundial en Osaka, la tercera ciudad más grande de Japón, México estaba invitado.
Fernando Gamboa, museógrafo español, pintor, literato, promotor del arte convocó a una pléyade de artistas mexicanos (Manuel Felguérez, Lilia Carrillo, Roger von Gunten, Fernando García Ponce, Arnaldo Cohen, Vlady, Brian Nissen, Francisco Corzas, Francisco Icaza y Gilberto Aceves Navarro) para que realizaran obras de gran formato (5 por 7 metros), para representar a México en la Feria de Osaka.
Los artistas contestaron con verdadero entusiasmo.
Se hizo el embarque, pero ¡oh! desilusión, no había espacio en la feria para aquella extraordinaria muestra de arte abstracto mexicano.
Las grandes telas se enrollaron y permanecieron en bodega por más de 30 años hasta 1998 en que fueron expuestas en una sala especial del Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez.
¿Y qué encontramos allí? Un hito en el arte abstracto mexicano: el cuadro pintado por Lilia Carrillo.
Su impacto es sorprendente.
Lo detiene a uno al entrar, pero habrá que seguir adelante mientras se asimila la impresión.
Enseguida se pueden recorrer las obras de los elegidos sin mayor emoción que la que pueda producir una obra resuelta con cierta calidad y técnica definida sin causar ningún impacto.
Al volver a ver el cuadro de Lilia se encuentra uno con el silencio, con la luz, con la reflexión interior que transporta el espíritu a otras dimensiones, y se pregunta uno: ¿Acaso al estar trabajando juntos la pintura de Lilia iba calando en los demás para que su obra no creciera, no alcanzara lo sublime? La obra de Vlady, por ejemplo, parece inacabada, como si hubiera renunciado a terminarla al ver la vitalidad alcanzada por Lilia.
Los demás se quedaron en lo intrascendente.
La obra de Lilia daba a la muestra todo su valor, toda la sensibilidad, toda la hermosura que no pudo ser exhibida en el Festival de Osaka.
Lilia Carrillo sufrió una caída de un andamio y murió en 1974.
Su pintura se centraba en su yo interno.
El lenguaje del silencio que la envuelve tiene una presencia junto a lo poético.
Forja un estilo propio.
Un solo cuadro, ése que se exhibe en el Museo Manuel Felguérez, la coloca a la altura de un Tamayo, de un Vlady o de un Vicente Rojo.
  Columnista: Columnista Invitado NacionalImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0