TEXTO IRREVERENTE Notiver

Por Andrés Timoteo

LA CASA DE LA TRIBU

“A cinco años de su partida, UNAM recuerda a Sergio Pitol, escritor mexicano que estudió en nuestra casa de estudios. En 2005, este #OrgulloUNAM fue reconocido con el Premio Cervantes. @Gaceta_UNAM te cuenta de este narrador onírico universal”, tuiteó el miércoles pasado la máxima casa de estudios del país.

El 12 de abril del 2018 falleció Sergio Pitol, uno de los baluartes de las letras castellanas y no solo la UNAM lo recordó sino que otras instituciones y entidades realizaron pronunciamientos y eventos conmemorativos. En Puebla, la Casa de la Cultura cuya sala principal lleva su nombre también lo hizo. Pitol nació poblano, pero se hizo jarocho por decisión propia y asentó su último domicilio en Jalapa.

En muchos lados recordaron el quinto aniversario luctuoso del Premio Cervantes de Literatura 2005, menos en Veracruz. Ni el gobierno estatal y ni siquiera el minúsculo Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC) -minúsculo porque en este sexenio se ha empequeñecido al grado de ser ya intrascendente – emitieron si quiera un ‘tuit’ sobre la fecha, mucho menos un comunicado ni se convocó a jornadas culturales ni exposiciones ni a lecturas colectivas.

Es una paradoja que apenas en febrero se realizó en el fuerte de San Juan de Ulua el “Fandango por la lectura”, encabezado por la esposa presidencial, Beatriz Gutiérrez Müller y el gobernante local en turno, Cuitláhuac García. Entonces ¿lo siguiente no era homenajear a Pitol promoviendo la lectura de sus obras?

Nada de nada, a Pitol ni lo leen ni lo ‘fuman’ en el gabinete cuitlahuista. Pero el novelista y traductor no debe revolcarse en su tumba pues García Jiménez y sus subalternos tampoco leen ni ‘fuman’ a ningún otro escritor. La cultura les es repulsiva y, en especial, la lectura. Ponerlos a leer es como obligarlos a tomar un vaso de veneno.

Lo peor es la ingratitud. Sergio Pitol fue uno de los intelectuales que respaldaron el movimiento del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador. Ayer mismo, en su conferencia mañanera, el presidente recordó que Pitol junto con otros literatos como Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, Hugo Gutiérrez Vega, Luis Javier Garrido, José María Pérez Gay, Fernando del Paso y Arnaldo Córdova que apoyaron su persona y a su proyecto.

Al referirse Poniatowska quien será galardonada con la Medalla “Belisario Domínguez” 2022 en el Senado, dijo de ella y de los demás mencionados: “siempre nos acompañó, siempre en nuestra lucha por la democracia, siempre estuvo ella y muchos intelectuales de primera”. Pero ni eso fue suficiente para que en Veracruz se recordara oficialmente a Pitol.

¿CUÁNTO LE ROBARON?

Ya no se diga esclarecer su caso, desde su enfermedad que lo recluyó en su vivienda hasta su deceso así como el pleito por su custodia y legado. Los familiares del escritor ya se desistieron de su lucha legal para reivindicarlo y convertir su casa de Jalapa en un museo.

¿Qué paso con la biblioteca del maestro Pitol?, ¿con sus manuscritos? Nada se sabe. Seguramente los tendrá la familia, aunque también hay la versión de que fueron saqueados por funcionarios estatales.

Nadie olvide que desde la fidelidad, cuando comenzó a empeorar el problema de afasia en Pitol, el innombrable quiso apoderarse de su legado y su persona misma a través de la Procuraduría de la Defensa del Menor, la Familia y el Indígena del DIF que arrebató la custodia a los familiares. ¿Se acuerdan de la terrible Adelina Trujillo, la subprocuradora que se convirtió en “cuidadora” de Pitol y sus bienes?

Esto se mantuvo durante todo el duartismo y además se habló hasta el cansancio de que la entonces presidenta del DIF, Karime Macías Tubilla bajo asesoría de sus primas Córsica Ramírez Tubilla y Brenda Tubilla Muñoz pretendió apropiarse del legado de Pitol al trasladar el dominio de su nombre, biblioteca, derechos de libros y otros bienes al gobierno estatal.

Para suerte de todos e infortunio de las Tubilla, el escritor sobrevivió al duartismo y murió hasta que el panista Miguel Ángel Yunes era gobernador y los pillos del sexenio anterior andaban huyendo. La propia Macias Tubilla ya estaba en Reino Unido.

Sin embargo hay muchas dudas en torno a los cuidados, o mejor dicho la falta de cuidados, que tuvo Pitol durante sus diez años en que estuvo secuestrado por el DIF estatal. Sobre sus últimos días de vida se cuentan muchas historias terribles y también del paradero de buena parte de sus bienes, sobre todo los más valiosos que son sus libros, manuscritos, cartas y obras de arte.

¿Qué y cuánto le robaron al maestro? Eso falta por saberse, pero no hay voluntad política en el gobierno actual para esclarecerlo. El club de los “merezco abundancia” se habría salido con la suya en este caso. A Sergio Pitol lo secuestraron, lo robaron y ahora, a cinco años de su muerte, lo ignoraron.

EL TÍTULO

Ah y el título de este texto está que ni mandado a hacer. “La casa de la tribu” (1989) es uno de los libros de Pitol que algunos consideran como material de alto grado de dificultad ya que es un compendio de doce ensayos sobre las obras y estilos de otros grandes escritores que él tradujo a lo largo de su vida. No es apto para lectores novatos, pero obligatorio para todos.

Por supuesto que el libro nada tiene que ver con los funcionarios de la aldea salvo por la palabra tribu en su esencia más primitiva y por eso se retomó ya que así son ellos, los cuitlahuistas: ‘chairos’ incultos, imbañables, intratables e impresentables. Una horda de homínidos de las cavernas, pues.

En el 2007, le pregunté al maestro Pitol -una disculpa por utilizar la primera persona- sobre sus autores preferidos, esos a los que sufrió en su traducción y amó en su prosa, y me citó a dos que consideraba sus maestros a través del procesamiento de sus obras al español. El polaco Joseph Conrad con su “Heart of Darkness” (El corazón de las tinieblas) y el inglés Henry James con “The Aspern Papers” (Los papeles de Aspern). “Léelos -me dijo-, son plumas catedráticas”.

*Envoyé depuis Paris, France.

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