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El problema creciente de que la escasez de agua potable se presenta en las ciudades de la Comarca Lagunera cada verano ha renovado en estos días la propuesta de potabilizar el agua del Río Nazas.
La propuesta recurrente, cuyo comentario nos ocupa, salió de nueva cuenta a relucir en el Foro Agua y Desarrollo Sostenible en la Laguna, celebrado en días pasados en la Universidad Iberoamericana, a iniciativa del hiperdelegado del Gobierno Federal en el Estado de Coahuila, Reyes Flores Hurtado.
El hecho de que el Foro haya tenido lugar en un recinto académico revela que tanto la preocupación frente al problema como las propuestas a considerar para resolverlo surgen del seno mismo de la sociedad.
La ausencia lamentable de los gobernadores de los Estados de Coahuila y Durango, a pesar de la importancia del evento y de haber sido notificados en tiempo y forma, confirma que la suerte de las ciudades comarcanas es una preocupación remota en Durango capital y en la ciudad de Saltillo.
Es cierto que los gobernadores ausentes se hicieron representar como una forma de reconocimiento a la trascendencia de tema, pero eludiendo el compromiso que se requiere para convertir en realidad un proyecto que por su magnitud y alto costo de inversión, exige toda la atención de los tres niveles de Gobierno.
Es por eso que en virtud de lo expuesto, con toda razón y pertinencia el alcalde de Torreón se erigió en abanderado del proyecto, lo que desde luego no constituye una casualidad ni un aprovechamiento meramente ocasional de la coyuntura, puesto que es sabido que Jorge Zermeño ha sido promotor de la idea de tiempo atrás.
El vocero del Gobierno de Durango que asistió al foro en representación del gobernador José Rosas Aispuro, aseguró que en la vecina entidad federativa existe un proyecto concreto sobre ese particular, que contempla la instalación de una planta potabilizadora a la altura del Cañón de Fernández.
El propósito es el de surtir el líquido vital a los habitantes de las poblaciones de Laguna en ambas márgenes del Río Nazas, mediante una red de distribución que exigiría una renovación radical del actual sistema, que se nutre de agua de subsuelo.
Abona a la costeabilidad del proyecto en el mediano y largo plazo, el hecho de que el cambio del sistema liberaría a los laguneros de la costosa solución actual que exige la perforación de pozos profundos con resultados aleatorios y grave daño al medio ambiente, con el añadido de la onerosa extracción de agua del subsuelo, mediante el impulso de energía eléctrica.
Es cierto que se trata de un proyecto de grandes dimensiones sin embargo, la experiencia que indica que el suministro de agua potable en las grandes concentraciones de población en nuestro país, depende de la obtención del líquido elemento de vasos naturales cercanos, fortalece la viabilidad de la propuesta como una solución al reto en comento, tal y como ocurre en los casos de la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara.
Un caso exitoso reciente lo ofrece el que implicó la solución de este mismo problema en la ciudad de Hermosillo en el Estado de Sonora, en cuya realización invirtió todo su capital político el entonces gobernador Guillermo Padrés.
El mandatario sonorense tuvo incluso que enfrentar la oposición social que se generó en el Valle del Yaqui la obtención del agua para consumo humano, para llevarla fuera de la cuenca del Río del mismo nombre, lo que no ocurriría en el caso de la Laguna porque al fin y al cabo, las ciudades comarcanas destinatarias del beneficio se ubican dentro de la cuenca misma del Nazas.
La potabilización del Nazas es una causa que debe unir a la sociedad y a los órganos de todos los niveles de Gobierno en ambos lados del Río Nazas.
En medio de la turbulencia de la llamada Cuarta Transformación, el proyecto que es objeto de comentario es una buena oportunidad de articulación social en aras de una política pública prometedora, hacia un objetivo concreto de bien común.
A la ciudadanía
Escuché un conversatorio sobre el estado de la biodiversidad y medio ambiente global y nacional, en él participaba el Dr.
José Sarukhán, coordinador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO).
En una de sus participaciones el Dr.
Sarukhán trajo a colación uno de los últimos estudios realizados en México en el que se encontró que no más de un tercio de los ecosistemas nacionales se encuentran en buen estado, un segundo tercio se encuentra en proceso de desestabilización y el último tercio de los ecosistemas se encuentran en un estado pésimo, en los que se perdió ya la integridad ecológica.
La mayor parte de los ecosistemas degradados o en proceso de serlo se encuentran en el centro y sureste del país, destacándose el estado de Veracruz, el cual, como sabemos, es uno de los más biodiversos de México.
Aunque no se mencionó el norte, podemos fácilmente ubicar los ecosistemas de zonas áridas y semiáridas en las tres categorías mencionadas por el Dr.
Sarukhán: si tomamos como ejemplo los grandes ecosistemas que se encuentran en la cuenca del Nazas, el bosque de encinos y pinos de la parte alta es el que presenta un mayor deterioro y degradación, seguido por porciones importantes de pastizales naturales y en menor grado los matorrales de las partes bajas.
Esto significa que los ecosistemas que más participan en la captación de agua en nuestra cuenca (bosque y pastizales) los podemos ubicar por lo menos en la segunda categoría de en proceso de desestabilización, y a los matorrales en la primera categoría de en buen estado; esto no es tan malo.
Un ecosistema que se cuece aparte es el de las riberas del Río Nazas, Un ecosistema altamente sensible y crítico que ha sido deforestado en grandes tramos, pero que por fortuna un tramo bastante representativo de este ecosistema compensa por ser un área natural protegida, me refiero al Cañón de Fernández.
En todos estos casos es posible reconvertir y alcanzar un estado de salud aceptable a través de la restauración de estos ecosistemas.
Si lográramos esta meta, podríamos aspirar a un ciclo hidrológico local con balance en todas sus etapas.
En especial entre los escurrimientos superficiales y la infiltración de agua que recarga los acuíferos subterráneos.
Si a esto se agrega una transición gradual, pero de grandes pasos, hacia una gestión sostenible del agua en las áreas agrícolas de la región, entonces, aseguraríamos agua de buena calidad para los usos propios de las áreas urbanas, no sólo para un presente inmediato, sino para un futuro que se ve amenazado por el cambio climático.
Desde luego, esto no puede ser posible sin un gran acuerdo entre las partes y actores interesados, y sin un financiamiento seguro de los cambios que deben instrumentarse, incluidos los costos que se requerirán para continuar con el filtrado del agua para eliminar el arsénico, por el tiempo que sea necesario.
Para conciliar los intereses de los habitantes de la ciudad, de los productores agrícolas y de las comunidades de la cuenca de captación, es necesario que el liderazgo oficial de los tres niveles de Gobierno, establezcan las condiciones para negociar un acuerdo entre las partes interesadas.
El objetivo central de este acuerdo es por un lado, trabajar con las comunidades de la cuenca de captación reconociendo sus legítimos derechos y con los usuarios rurales y urbanos de las ciudades en la subcuenca media y baja, para iniciar la transición hacia una política de ahorro de agua a través de la "restricción" de las extracciones mediante una medición efectiva del volumen concesionado con medidores telemétricos, "que se ajusten al reglamento de manejo y explotación de los acuíferos y a los volúmenes establecidos en la concesión particular de cada usuario", y la aplicación de la ley vigente de aguas nacionales y/o de la nueva ley que actualmente se discute.
Al mismo tiempo, proteger las fuentes de abastecimiento de las ciudades y, de esta manera, evitar tener que construir una planta potabilizadora de agua que resulta ser sumamente costosa, no solo en su construcción, también en su operación y mantenimiento.
El acuerdo debe comprometer una inversión importante, por parte de las ciudades, de los estados y de la federación.
Los escasos recursos se deben dirigir a mejorar los recursos naturales base: el capital natural de la cuenca.
Esto será ecológicamente sostenible, económicamente viable y socialmente justo y equitativo.
"Las aguas subterráneas en la región, debido a la alta variabilidad de los escurrimientos y a la recurrencia de la sequías, son el recurso más confiable, y muchas veces el único, para el abastecimiento de agua tanto para usos urbanos e industriales, como para las actividades agropecuarias" (lo entrecomillado en esta colaboración se encuentra en: Subgerencia Regional Técnica.
Gerencia de Aguas Subterráneas, mayo de 2002).
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