La velocidad vehicular: un reto de salud pública y seguridad vial Heraldo de Aguascalientes
Por: Fernando Granados Franco
En Aguascalientes, los hechos de tránsito han aumentado de manera alarmante en los últimos años. Según el último Informe de Seguridad Vial del Secretariado Técnico del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes, en 2022 se registraron 4,939 incidentes viales en la entidad, es decir, 13 diarios, de los cuales el 70 % ocurrió en el municipio capital. Ese mismo año, se contabilizaron 1,582 personas lesionadas y 228 muertes por esta causa, lo que equivale a 19 defunciones al mes.
Y, si bien aún no hay datos verificables del 2024, el Centro Estatal de Emergencias en Salud reportó que, sólo en el primer cuatrimestre de este año, habían fallecido 148 personas en accidentes viales, es decir, una persona al día. Más aún, el ISSEA ha dicho en múltiples ocasiones que ésta es ya una de las principales causas de muerte en la entidad, especialmente entre jóvenes de 20 a 30 años.
Mejorar la seguridad vial implica reducir factores de riesgo que aumentan la frecuencia y la gravedad de los accidentes, como la velocidad vehicular. Estudios (Nacto 2016) indican que, en zonas urbanas, un aumento de 1 km/h en la velocidad promedio de los vehículos puede incrementar el riesgo de colisión en un 3 % y el número de víctimas mortales en un 4-5 %.
La velocidad no es responsabilidad exclusiva de los conductores, sino también de quienes diseñan, construyen y operan las vialidades, pues éstas se configuran y gestionan para una velocidad objetivo determinada. Por ejemplo, vialidades más anchas y sin elementos para controlar la velocidad, como semáforos, retornos, reductores de velocidad o cruces peatonales a nivel, inducen velocidades más altas. Por ello, resulta contradictorio construir autopistas dentro de la ciudad y esperar que los conductores mantengan una velocidad baja. Un claro ejemplo de esto es el circuito de «flujo continuo» en el Segundo Anillo, que muestra cómo un diseño vial y una operación laxa inducen comportamientos de riesgo, como mayores velocidades, que aumentan los accidentes.
Ahora bien, ¿qué acciones pueden tomarse para prevenir incidentes relacionados con la velocidad? Un estudio del Banco Mundial (2020) recomienda una serie de medidas altamente efectivas que, con base en evidencia, han logrado reducir los hechos de tránsito en más de un 30 % en las ciudades analizadas. Entre otras, destacan las siguientes:
Implementar un programa de rediseño vial en puntos de alta accidentalidad que contemple intervenciones físicas como la instalación de reductores de velocidad (no los topes tradicionales) posicionados estratégicamente para mantener velocidades constantes pero seguras; la construcción de cruces peatonales seguros a nivel de calle; la introducción de camellones, bahías e islas peatonales en calles e intersecciones con alta accidentalidad; la reducción del ancho de vía o de los carriles vehiculares para inducir velocidades más seguras, entre otras medidas.
Ese estudio también sugiere que el uso de dispositivos de fotoinfracción para el control de las velocidades y los comportamientos de riesgo brinda resultados concretos en cuanto a la reducción de la velocidad y la ocurrencia y gravedad de los accidentes. Estos dispositivos han sido utilizados con éxito en diversas partes del mundo. Según el World Resources Institute, han logrado que “en casos como el de Guadalajara, Jalisco, del 2010 al 2015 se haya generado una reducción de 53 % de muertes por hechos de tránsito en una de las vías más conflictivas, que es caso del periférico”. Sin embargo, para garantizar su efectividad, estos sistemas deben implementarse bajo procesos y modelos transparentes, confiables y verificables. Asimismo, para mitigar posibles inconformidades con este tipo de medidas, los ingresos generados pueden reinvertirse para mejorar la infraestructura urbana, y la información debe ser pública y accesible.
En resumen, la creciente inseguridad vial en Aguascalientes exige acciones urgentes que involucren no solo a los usuarios sino también a las autoridades responsables del diseño y la operación de las vialidades. El problema no desaparecerá por mirar hacia otro lado ni mejorará con acciones de baja efectividad como anuncios espectaculares. Se requieren medidas decididas, probadas, integrales y realmente motivadas, no en cuestiones político-electorales, sino en mejorar la salud, seguridad e integridad de las personas.
fernando.granados@alumni.harvard.edu | @fgranadosfranco
