Aquellos futbolistas legendarios Excelsior

Mi querido viejo: algo que nos une a muchos viejos es el futbol, porque recordarás que en aquellos tiempos no existía radio, los teléfonos eran escasos, y ni quien pensara en televisión, tabletas y demás juegos con los que millones de niños y jóvenes se entretienen.
Y al recordar esos años, revivo la presencia de mis padres llevándome a aquel estadio Necaxa y otros, allá donde ahora hay sólo un centro comercial; recuerdo bien que el estadio tenía bancas de madera, grandes tablones en donde nos sentábamos a ver las hazañas de aquellos gigantes: Horacio Casarín, Isidro Lángara, Angelillo, Vantolrá, Raúl García, Ávalos, y tantos y tantos cuyo nombre ya está envuelto en la bruma del olvido.
Los gritos y las porras, teniendo junto a nosotros a los familiares de los jugadores, nunca los podré olvidar.
Como también recuerdo algo que ahora tiene gran importancia, la conducta de los jugadores: aquellos atletas jugaban duro, resistían entradas y golpes, y seguían adelante firmes y altivos.
Yo los veía con mis 10 años y los admiraba porque, además, mi padre decía que muchos de ellos no tenían sueldo, y jugaban sólo por el amor al futbol.
Mi querido viejo, al recordar lo que ocurría hace más de 50 años, veo ahora lo que pasa en todas las canchas de futbol del mundo, en particular las de América Latina.
Los jugadores son ahora atletas consagrados, años en el gimnasio les han dado una capacidad física fenomenal, los entrenamientos se acompañan de orientación alimentaria y un experto está siempre a su lado para mantenerlos “en forma”.
Por otra parte, hoy los jugadores no se preocupan por su equipo, no tienen “amor” a la camiseta, sino amor a los pesos o a los dólares; como bailarinas que van de equipo en equipo, saltan cuando les ofrecen más dinero en otro club.
Ese “amor a la camiseta” que teníamos jugadores y aficionados, se terminó.
Y además ahora vemos –no me dejarás mentir– que esos maravillosos atletas son figurines frágiles que con cualquier contacto físico, por pequeño que sea, se tiran al piso como atacados por un rayo, hacen aspavientos como si fueran a morir en un instante, y suspenden el juego, con o sin la ayuda de las asistencias.
Es vergonzoso, en un partido reciente, entre el Guadalajara y el América, en los primeros 45 minutos hubo 47 interrupciones por choques y caídas de los jugadores, que se dolían como débiles marionetas; eso debe terminar.
Ya Ángel Fernández decía que el futbol era “el juego del hombre”, y las modernas futbolistas han enseñado que pueden ser también protagonistas de talla mundial; ellas, por cierto, no hacen tantos aspavientos ni se tiran al piso como los hombres; y creo que es el momento para que alcemos la voz y exijamos que el futbol sea lo que debe ser, no una exposición de frágiles seres humanos.
¿Tú qué piensas querido viejo?, el futbol, como todos los deportes requiere preparación y un estilo de vida sano, y el futbol profesional no es excepción, creo que debemos esperar que los jugadores jueguen y no hagan teatro, que interrumpe el juego.
¿Y a qué equipo le ibas en aquellos años? Columnista: Rafael Álvarez CorderoImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0