El Baby’O de Acapulco: el “olvidado” rincón de Galilea Montijo y el curioso acomodo de celebridades según su estatus Infobae
El Baby’O de Acapulco no era sólo un club nocturno: era un microcosmos de la jerarquía del estrellato mexicano. Aquí, cada rincón, cada mesa, tenía una historia y reflejaba el estatus de quien la ocupaba. Esta exclusiva discoteca tenía reglas no escritas que determinaban quién era quién en el mundo del espectáculo, y estas reglas eran defendidas a rajatabla por sus guardianes.
De acuerdo con las páginas de Las señoras del narco: amar en el infierno, de la autora Anabel Hernández, el exclusivo antro de Acapulco fue visitado por varias estrellas de la farándula. El personaje llamado en dicha publicación como Celeste, quien presuntamente mantuvo una relación con Arturo Beltrán Leyva, relató todos los detalles.
“En la cadena estaba Zamorita en ese tiempo. Si Zamorita te decía que no podías pasar, de ahí ya no pasabas,” comentó la mencionada fuente de Hernández. El segundo filtro estaba en la taquilla: “Tenías que decir ‘socio’ o ‘invitado’. Si no tenías algún conocido o algo, aunque fueras famoso, no entrabas.”
¿Cómo era la jerarquía y qué mesa tenía Montijo?
Dentro, el club se desplegaba en una disposición en forma de U. “Al entrar, estaban las mesas de arriba, que son las menos importantes. A medida que ibas bajando, había otra línea y, al final, la tercera, que eran las mesas de pista, las de los más importantes,” explicó Celeste.
Y es que el Baby’O tenía lugares que eran territorio de ciertas celebridades. “Del lado derecho estaba la cueva donde siempre estaba el famosísimo y terrible Luis Miguel, casi siempre invitados de Rafa Villafañe, el propietario,” compartió Celeste. Pero no todas las mesas gozaban de esa prominencia. Al frente de la pista, había unas “mesitas ahí insignificantes, esas eran para la gente equis, o sea, si no eres nadie, ahí te sientas en lo oscuro”.
Para muchos, conseguir una mesa en el Baby’O era una señal de haber llegado al estrellato. “Nosotras siempre teníamos mesas buenas, no de pista porque eran las que más consumían, pero siempre teníamos mesitas buenas y gratis todo,” reveló la mujer.
Según Celeste, mientras algunas estrellas brillaban con luz propia en las mesas más codiciadas, otras aún no alcanzaban ese reconocimiento: “Me acuerdo de que una vez estaban Paty Navidad, el Recodo, y estaba Galilea Montijo en una mesita allá perdida”.
¿Cómo era Galilea Montijo por aquel entonces?
Celeste narra en las páginas de Las señoras del narco: amar en el infierno que Galilea Montijo era diferente por aquel entonces: “Era una muchacha bonita, a mí se me hacía muy estética, honestamente, de una personalidad yo creo hasta retraída”.
Al mismo tiempo, Paty Navidad, con su carisma y belleza, era el centro de atención. “Y estaba ahí una Paty Navidad hermosa, espectacular, en la mesa de pista a lado de la cueva que era la segunda mesa de importancia, una mesa grande con todos los del Recodo. Me acuerdo de que Paty era la que partía el queso ahí”, se asegura en las páginas del libro.
El Baby’O no solo ofrecía música y diversión; era un espejo de las dinámicas del estrellato. “Donde se reunía la crema y la nata [...] una especie de caverna enclavada en la Costera Miguel Alemán”, describe Anabel Hernández en su libro.
Conocida por ser el punto de encuentro de celebridades, empresarios y la élite desde la década de los 70. Con un ambiente exclusivo y una atmósfera envolvente, la discoteca ha sido escenario de numerosas historias y anécdotas del mundo del espectáculo mexicano.
