Dos marchas y un gran resultado Excelsior

            Para Héctor Bonilla, por todo            Una nación sin elecciones libres es una nación                                                                              sin voz, sin ojos y sin brazos.
           Octavio Paz Uno de los temas recurrentes entre pensadores, escritores, analistas e historiadores es la democracia y, aunque siempre existirán algunos irónicos críticos(Jorge Luis Borges, Federico Schiller), la mayoría coincide en que es la mejor forma de gobierno, y advierten los peligros del abuso del poder y la destrucción de la democracia; así Enrique Krauze (El pueblo soy yo), Jesús Silva-Herzog Márquez (La casa de la Contradicción), Roger Bartra (Regreso a la Jaula) y, más recientemente, Francisco Martín Moreno (El Naufragio de México), y aún Fedro Guillén (Tengo otros datos) y otros escritores, están hoy más atentos que nunca a lo que ocurre en el país.
En este mes de noviembre, México se cimbró con dos manifestaciones multitudinarias como no se había visto en mucho tiempo: el día 13, en todo el país, en más de 28 ciudades y, sobre todo en la capital, cientos de miles de ciudadanos se reunieron con un solo fin: defender la democracia, que se expresa a través de las urnas y que tiene, desde hace aproximadamente 30 años, la mejor representación en el Instituto Nacional Electoral (INE).
 Por otro lado, el domingo 27, el señor Presidente ordenó a todos sus seguidores, colaboradores y funcionarios, la realización de una marcha similar, con el objeto de demostrar que su movimiento tiene más músculo y que puede reunir más participantes.
En efecto, se puede decir que en noviembre hubo dos grandes marchas ciudadanas, pero las diferencias son abismales y muestran hasta qué punto los cuatro años de este gobierno en que el señor Presidente, que agrede y ofende a todo el que se atreve a criticar su gobierno y a denunciar sus errores y su corrupción, derivaron ya en una división profunda de la sociedad, lo cual no presagia nada bueno en los meses y años venideros.
En la marcha ciudadana del día 13 no hubo líderes, no hubo partidos políticos, no se convocó forzadamente a nadie, las invitaciones a la marcha tuvieron un solo lema: “El INE no se toca”, y fueron las redes sociales, los teléfonos celulares, y las pláticas cotidianas las que reunieron los miles de ciudadanos de todos los niveles sociales, estudiantes, amas de casa, jubilados, deportistas, artistas, profesionistas, colectivos de todo tipo, cuyo denominador común es la vocación democrática sin adjetivos.
Un solo orador, sin banderas o logos, hizo un relato preciso de lo que está ocurriendo y lo que puede ocurrir en el país si se elimina o daña al INE, y millones de ciudadanos estuvimos de acuerdo con cada una de sus palabras.
 Por otro lado, la marcha del 27 fue orquestada desde Palacio Nacional y se utilizaron todos los recursos del Estado, se evidenció la orden de que se presentaran todos los miembros de todas las dependencias del gobierno, que acompañaran al Presidente hasta el Zócalo, y escucharan su larguísimo discurso ya al caer la tarde; fue un ejemplo más de “marchas forzadas” como las organizadas por los dictadores de Cuba y Venezuela, y en su tiempo las de Hitler y Mussolini.
Los resultados han sido y son sorprendente y alentadores, porque después de la marcha del 27 sólo hubo comentarios, críticas y nada más, pero después de la marcha del día 13, la política cambió, se canceló la propuesta del gobierno de reforma electoral, se les “hizo bolas el engrudo” a los legisladores y cancelaron todo, ¡un gran éxito de una movilización ciudadana auténtica y democrática!Esto debe alentar a todos los ciudadanos libres a que sigamos exigiendo que México siga siendo una democracia; nuestra participación deberá ser, en los próximos meses, más activa y propositiva que nunca, porque nuestro México puede ser el país que queremos, democrático, armónico, progresista, mirando al futuro y no rumiando el pasado.
Columnista: Rafael Álvarez CorderoImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0