Jesús Carrasco hurga en la relación madre e hijo Excelsior

Virginia Bautista  La relación del hijo varón con su madre y la responsabilidad de cuidarla durante su vejez o enfermedad.
Esta situación, “que antes no se planteaba porque las hijas mujeres debían asumir en automático ese compromiso”, detona la novela Llévame a casa (Seix Barral), del español Jesús Carrasco (1972).
El autor de Intemperie y La tierra que pisamos, merecedoras de diversos premios literarios en Francia, Holanda, Reino Unido y España, entrega su “novela más personal, la que contiene más materiales míos, la que se parece más a mi vida”, afirma en entrevista.
Narra la historia de Juan, quien, tras haberse independizado y vivir en Edimburgo, se ve obligado a regresar a su pueblo natal en España debido la muerte de su padre.
Cuando intenta retomar su vida, su hermana le notifica que su madre está enferma y ella debe irse a Estados Unidos.
Así, el protagonista se queda a cuidar a su progenitora, a la que apenas conoce.
La muerte del padre es sólo el detonante, no el tema central; pero sí es un vacío que abre preguntas para esa familia.
Mi novela surge de una interrogante que cada uno responde como puede y quiere”, asegura.
El narrador rechaza decir cuáles son las responsabilidades de los hijos en la desapegada sociedad actual, “sólo puedo hablar por mí, no puedo juzgar a nadie.
Es un nuevo cuestionamiento, no existía hasta ahora.
Habla de una realidad compleja.
¿Qué le puedes pedir a un hijo al que le has dado todo, la vida, la formación para que se desarrolle?, ¿que tiene que parar todo para atender a los padres? Cada familia debe organizarse según el contexto que vive”, agrega.
Carrasco, confiesa, decidió que su protagonista no destacara en nada.
“En cierto modo, es un poco mediocre; no corresponde a una estirpe familiar, es un simple Juan.
Le puse ese nombre como un pequeño homenaje al poeta Juan Álvarez, un buen amigo”.
A través del reencuentro del personaje consigo mismo, el autor aclara que cuestiona a la familia, pero no para dinamitarla.
“La familia sigue siendo esencial y lo será siempre; es el primer lugar en el que uno aprende a vivir, a comportarse en sociedad, a manejar las emociones.
No hay institución que la pueda suplir.
Creo que aún es necesaria, nadie te va a proveer de ese cariño y cuidado.
La cuestiono para mejorarla”.
Llévame a casa evidencia el proceso de madurez de una persona.
“Cuando Juan regresa, se reconcilia con lo que conoce.
Tiene su corazón en varios lugares.
Nunca dejará de amar a Escocia y aprenderá a ser capaz de abrirse a otros países y a otras personas, de distribuir su amor.
No hay competencia, sino una suma”.
El creador plantea que hombres y mujeres tienen los mismos derechos y compromisos.
“La hermana cede responsabilidad y gana libertad, y Juan cede libertad y gana responsabilidad.
Se da ese cambio de contrapesos como un acto de justicia de género”.
La migración, detalla, es un tema que permanece en el fondo de la historia.
“Pero concebida como el impulso de intentar tu vida donde sea, abrir tu propio camino con sólo tu tienda de campaña al hombro, salir de la protección familiar, crecer”.
Carrasco, quien se define como “un escritor en progreso, mi método va cambiando, ahora soy más constante, más disciplinado”, anuncia que el próximo año publicará su nueva novela.
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