El centralismo educativo es poder Excelsior

Nuestro compañero David Vicenteño reportó que la Suprema Corte rechazó la controversia del exgobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, de regresar el segmento de la educación (federalizada, le llaman en la jerga del sector), que el gobierno federal le transfirió en 1992 (Excélsior, 20/01/2022).
En ese segmento, el gobierno local nunca tuvo injerencia antes del acuerdo nacional para la modernización de la educación básica de mayo de 1992 y la promulgación de la Ley General de Educación, en 1993.
Lo que les llegó a los gobernadores fueron problemas que no sabían cómo enfrentar.
Si el gobierno federal, que posee mecanismos de control, normativo, técnico y político no podía con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, menos los gobiernos locales.
Los subsecuentes gobernadores de Michoacán fueron débiles o corruptos y la CNTE resultó mucha pieza.
Por medio de su estrategia de movilización-negociación-movilización y actos vandálicos siempre obtuvo beneficios.
Los gobernadores, sin poder, cedieron a las presiones.
Concedieron plazas, bonos y otras canonjías a los dirigentes.
La nómina educativa creció sin respaldo presupuestal, incluso en el gobierno de Lázaro Cárdenas Batel (2002-2008) y más en el de Leonel Godoy (2008-2012).
Sí, con el acuerdo y la LGE la SEP transfirió ciertas facultades administrativas a los estados, incluidos ciertos grados de autoridad, pero centralizó el poder.
El manto que sirvió para cubrir la centralización se le llamó federalismo educativo.
Mas los gobiernos locales tenían que concurrir con fondos a la porción transferida.
Silvano Aureoles no aguantó la coacción de la CNTE y unos días antes de que concluyera el gobierno de Peña Nieto solicitó a la SEP ultimar el acuerdo de 1992 y que retomara el control del segmento federalizado.
El gobierno michoacano no tenía los más de 4 mil 220 millones de pesos que le costaría resolver –por corto tiempo, además– las demandas de la CNTE.
La SEP dijo no y luego entabló la demanda por la negativa.
No obstante, recibió mensajes de aliento con el cambio de gobierno.
Durante la campaña para la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador dijo a las a las facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en especial a la CNTE, de que junto con enterrar la “mal llamada” reforma educativa recentralizaría el sistema educativo.
Y la CNTE le agarró la palabra, pero a su manera, para exigir más.
Ahora hasta con bloqueos a las vías férreas.
Y vaya que lo consiguió.
Con el fin de que levantaran el asedio a los trenes, el entonces secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, junto con el gobernador firmaron una minuta con 25 “acuerdos” el 1 de febrero de 2019 (El Universal, 02/02/2019).
Le resolvieron a la CNTE los contratos de las generaciones de 2015 a 2018 de egresados de sus escuelas normales que nunca presentaron examen de ingreso.
También que, en lugar de transferencia bancaria, la SEP enviaría cheques con talones de pago y revisaría retirarles la leyenda “No negociable”.
Además, los líderes recibieron 20 millones de pesos para sus programas y bonos por más de mil millones de pesos.
Con ese antecedente, la Coordinadora se creció y va por más.
Presiona al presidente López Obrador y a la SEP.
La bronca para el gobierno local, que ahora es de Morena, es que con la sentencia de la Suprema Corte tiene que concurrir con recursos.
Y con todo y que hace unos días la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, ratificó su convicción de que el sistema centralizado funciona mejor y AMLO lo había santificado, se mantendrá la ficción de que hay federalismo educativo.
Se conserva el centralismo burocrático, pero la educación no mejora.
Pues sí, el centralismo educativo es poder, para no poder.
Columnista: Carlos OrnelasImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0