Cuando crezcas niña mía Excelsior

 Por Ma.
Patricia Herrera GamboaLlegaste al mundo una mañana y con enorme felicidad: “¡Es una niña!”, dijo tu padre con orgullo.
Eras tan pequeñita que no pudimos evitar congoja en el corazón por tu fragilidad cuando te vimos por primera vez, pero también sentimos una inmensa alegría.
Historia que, seguramente se repite en cientos de lugares del mundo, recibiendo llegadas, quizás algunas felices u otras tristes, de la especie humana del género femenino.
¿Y cómo decirte niña mía que nacer mujer no es cosa fácil en un mundo gobernado y creado por y para hombres desde los inicios de la creación?Cómo en la fe cristiana, que apunta que Dios creó al hombre después de crear el mundo y que, de sus costillas, creó a la mujer para acompañarlo, servirlo y procrear la especie, o bien, la creencia de la selección natural desde la óptica darwiniana, que afirma que el ser humano es un eslabón más de la cadena evolutiva y nos compete a todos por igual, hombres y mujeres, pero que poco se refirió a las mujeres.
Cómo explicarte que a lo largo de la historia, la mujer ha sido catalogada como el pilar de la humanidad, pero al mismo tiempo ha sido minimizada, humillada y maltratada, por costumbres o arraigadas creencias, por ende, han sido ignoradas, aunque su papel en todas las civilizaciones haya sido fundamental.
 Y quizás, hoy, ni siquiera lo puedas creer, pero fueron utilizadas como esclavas, sirvientas y prostitutas para ejercer trabajos pesados o para venderlas desde niñas al mejor postor, a cambio de poder, tierras o animales.
Por ello, escasamente se mencionan en la historia, porque han tenido muchos más obstáculos para demostrar sus capacidades y aquellas que osaron hacerlo, fueron quemadas o mutiladas o tuvieron que luchar contra la incomprensión de la sociedad de su tiempo, como el fascismo o racismo o simplemente, contra una absurda discriminación basada en el sexo, la clase social o la identidad étnica.
Si bien en esta época han desaparecido muchas de esas costumbres y hoy la mayoría ejercemos nuestros derechos, las cosas no han cambiado en cuanto a costumbres machistas y de sometimiento a miles de mujeres, misoginia y abusos por el coraje de personas que se resisten a respetarlas, desatando una persecución sin sentido, entre feminicidios, violaciones y abusos.
Nunca olvides que ser mujer, no debe ser un signo de debilidad o de miedo, al contrario, debe ser de orgullo y valor, de agradecimiento y continuidad para esta lucha que aún se tiñe de rojo, haciendo grande el coraje, pero con la convicción de que la unión hace la fuerza.
  Por ello, no permitas abusos de ninguna persona, sea quien sea, marido, padre, jefe, amigo o familiar bajo ninguna circunstancia, lucha por tu independencia, derechos e intereses con convicción y justicia, pero también mídete y no desperdicies el poder, humillando a otros o humillándote a ti misma con abusos o malos comportamientos, ya que serán ustedes, las nuevas generaciones de mujeres fuertes y valientes, honrando la lucha de sus antecesoras y terminar para siempre la discriminación de género.
Cuídate niña mía, estudia, trabaja o desarrolla tus habilidades sin presiones, levanta la voz y el puño, decide libre sobre ti, tu cuerpo, vida y sueños, ¡alcánzalos con los ojos bien abiertos!, los límites sólo los pondrás tú.
¡Anda niña, abre tus alas y vuela!A mis nietas Andrea y Fernanda.
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