El primer encuentro que tuve con el gran cineasta mexicano recientemente fallecido Felipe Cazals fue uno de terror, cuando siendo un adolescente, acudí a ver su obra maestra “Canoa”.
Fue a principios de los años 80, en uno de los cines de la hoy extinta Compañía Operadora de Teatros (COTSA) de mi ciudad natal.
Era un programa doble, según recuerdo, pero si bien la película que era la del horario estelar se borró completamente de mi memoria, la que era complemento porque se exhibía en su segunda vuelta me siguió persiguiendo desde que dejé la sala de cine puesto que, aunque se trataba de un falso documental, al igual que la mayoría de los espectadores fuimos sacudidos por la forma en que el maestro recreó un fatídico suceso de nuestra realidad histórica que, aunque ocurrió en un pequeño poblado de Puebla en 1968, mantenía una vigencia espeluznante al exponer, con toda su crudeza, la voraz miseria humana.
El último encuentro que tuve con el maestro fue de manera virtual, hace apenas una semana, cuando estando ya muy delicado de salud, no dejó de hacer acto de presencia de forma virtual el pasado miércoles 13 en la conferencia de apertura del 29º Congreso de Cine y Derecho y la 4ª.
Muestra Internacional de Cine, Derechos Humanos y Justicia organizado por la Facultad de Derecho y la Filmoteca de la UNAM en su canal de You Tube, donde Cazals, en una breve, pero muy sustanciosa participación, destacó, entre otras cosas, que la delincuencia es básicamente la raíz de la miseria, la miseria humana, e hizo un llamado a que una figura de autoridad incite a levantar el orden porque, de no hacerlo, “nunca habrá manera de salir de esta situación”.
En medio de estos dos encuentros tuve el privilegio de entrevistarme con el maestro Cazals en varias ocasiones: la primera en una proyección especial de “Canoa” que había solicitado el ya para entonces laureado cineasta mexicano Alfonso Cuarón en la pantalla del Directors Guild of America o Gremio de Directores de la ciudad de Los Ángeles, California, dentro de una retrospectiva que hizo dicha asociación a las películas que habían influido a Cuarón en su formación como director y movió cielo y tierra para rescatar una copia de la película y contar con la presencia de su autor.
De mi propia formación cinematográfica en Los Ángeles, ya de regreso en México, hubo varias ocasiones en las que me percaté de la presencia del maestro Cazals tomando una taza de café en un café Starbucks de la Colonia del Valle de la capital del país, sí, la misma que nuestro actual presidente satanizó hace poco por tratarse de un sector de una clase media “aspiracionista”, y fue en ese mismo café cuando, curiosamente, un sábado de junio del 2013 me acerqué finalmente al maestro no solo para felicitarlo porque había visto en la Cineteca Nacional la que sería su última película, “Ciudadano Buelna”, sino invitarlo también a que viera en otra de sus salas la proyección esa noche de mi documental “Nadie es libre”, como parte del Festival Mix de Diversidad Sexual.
Si bien el maestro no acudió a aquella proyección, sí viajó a mi ciudad natal de Saltillo en septiembre del 2016 a impartir un taller de guion cinematográfico que no perdí la oportunidad de tomar y donde me autografió su libro “Felipe Cazals: 4 Guiones para Cine” recordándole nuestros anteriores encuentros.
Ahí escribió: “Para Alfredo Galindo.
Con amistad”.
Buen viaje maestro.
Comentarios a: galindo.
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