Covid del Presidente y la pandemia del odio Excelsior

Por María Soledad Luévano CantúEl pasado domingo, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que, lamentablemente, se había contagiado de covid-19 y presentaba síntomas leves, lo que provocó una ola de solidaridad de millones de mexicanos de buen corazón y también la reacción miserable de quienes aprovecharon la enfermedad del mandatario para burlarse y desearle sufrimiento y muerte.
Algunos de los argumentos de quienes se sintieron felices con la enfermedad del Presidente radican en que “él se lo buscó por no usar tapabocas y no cuidarse” o “qué bueno, para que sienta lo que sienten millones de mexicanos” o “debió vacunarse primero porque proteger al Presidente es un asunto de Estado”.
La realidad es que todos estamos expuestos, covid es extremadamente contagioso.
Como ejemplo me gustaría poner al gobernador de mi estado, Alejandro Tello, que desde principios del año pasado convirtió su casa y su oficina en un búnker anticovid, usaba lentes, cubrebocas, mascarilla, gel, paredes de policarbonato que lo separaban de otras personas y, a pesar de todo eso, se contagió.
Es cierto que, a pesar de ser una persona de riesgo, el Presidente no detuvo su agenda, pero es entendible en un país donde la mitad de nuestra población vive en condiciones de pobreza.
Un líder no se puede esconder en la tragedia, debe ser el primero en reaccionar.
¿Ustedes se quedarían resguardados en casa mientras que a los suyos los carcome la tragedia?También es cierto que se han cometido errores en el manejo de la pandemia, pero es comprensible frente a un fenómeno tan complejo, pero es evidente que el Presidente ha puesto su mejor esfuerzo para ampliar el número de camas de hospital, comprar ventiladores, tanques de oxígeno, material de protección y vacunas, a pesar de que todo está agotado en el mercado internacional.
Proteger al Presidente se puede considerar un asunto de Estado, pero, al no vacunarse, el Presidente manda un mensaje de congruencia frente a los llamados que hizo a todos los actores políticos para que nadie se salte la fila, y ese mensaje también es un asunto de Estado.
Como ustedes pueden ver, no existe ninguna justificación medianamente razonable para las burlas y malos deseos que surgieron tras el anuncio del contagio presidencial, estamos frente a otra enfermedad altamente peligrosa: la pandemia del odio.
Se diga lo que se diga, burlarse y sentir placer con la enfermedad y el sufrimiento de otro ser humano es enfermizo, esas actitudes solamente se pueden entender en sicópatas y bajo ninguna circunstancia debemos permitir que esa pandemia de odio se vuelva contagiosa.
No es un asunto de palabras bonitas o de hacer lo “políticamente correcto” y desearle pronta recuperación al Presidente porque sea una moda, es un asunto de decencia y hasta de humanidad, porque todos estamos programados naturalmente para sentir empatía y compasión frente al dolor o el sufrimiento de otro ser vivo.
En medio de esta pandemia de odio, el caso que más me estremeció fue el de un médico que compartió en Twitter tratamientos médicos para asesinar al Presidente con una ligereza que da escalofríos, imaginen poner su salud y su vida en manos de ese loco.
¡Qué horror!Desde este espacio le deseamos al Presidente y a todos los enfermos de covid una pronta recuperación y quienes estamos sanos, no olvidemos lavarnos las manos, guardar sana distancia, usar cubrebocas y orar para que esto termine pronto y volvamos a abrazarnos.
Columnista: Opinión del experto nacionalImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0