Seguridad vistosa, homicidios sin freno en la CDMX Elarsenal.net
Raúl Flores Martínez.
En la capital del país, donde los operativos policiales desfilan con luces encendidas y uniformes impecables, la inseguridad sigue cobrando vidas, incluso las de quienes están en el corazón mismo del poder.
Esta semana, dos altos funcionarios cercanos a la jefa de Gobierno, Clara Brugada, fueron asesinados en circunstancias que no solo estremecen por su violencia, sino que exponen crudamente la contradicción de una ciudad blindada en apariencia, pero vulnerable en su esencia.
Los detalles oficiales son escasos, pero lo contundente es ineludible: dos hombres considerados mano derecha de la mandataria local fueron ejecutados con precisión quirúrgica.
El autor, un “especialista”, como lo han descrito fuentes cercanas a la investigación, actuó con tal frialdad y eficiencia que no dejó rastro alguno. La escena quedó apenas captada por una cámara de seguridad: una figura borrosa, irreconocible bajo un casco de motociclista y un chaleco fosforescente. Cualquiera puede ser. Y ese es, justamente, el problema.
Mientras la Fiscalía capitalina se mueve con una velocidad poco común en este caso —levantando líneas de investigación, convocando conferencias y reforzando operativos—, decenas de homicidios más quedan relegados al olvido. ¿Qué ocurre con los asesinatos de ciudadanos sin cargo público, sin reflectores? ¿Cuántas carpetas de investigación duermen en los archivos mientras se prioriza lo mediático sobre lo justo?
Las especulaciones no han tardado en aparecer. ¿Crimen organizado? ¿Venganza política? ¿Ajuste de cuentas interno? Lo cierto es que, en una ciudad saturada de presencia policial, con retenes, cámaras y operativos espectaculares, alguien fue capaz de matar a dos figuras clave del gobierno sin ser detectado. Esa es la paradoja que debería incomodarnos: ¿para quién funciona realmente el aparato de seguridad?
La narrativa oficial suele hablar de “percepción” de inseguridad, como si fuera un tema de sensaciones más que de realidades. Pero cuando los propios operadores del poder caen abatidos, no se trata de percepción: es un síntoma grave de un Estado superado, de instituciones que responden con eficacia solo cuando la víctima ocupa un cargo importante.
En el fondo, lo que se juega aquí no es solo la imagen de un gobierno, sino la confianza ciudadana. Porque si matar a dos altos funcionarios es posible sin consecuencias inmediatas, ¿qué esperanza le queda al ciudadano común que ni siquiera aparece en los titulares?
El cargo Seguridad vistosa, homicidios sin freno en la CDMX apareció primero en El Arsenal.
