Mamás todoterreno: Compaginar facetas, el reto Excelsior

Vanessa ArteagaPELEA SOBRE EL RING Y TAMBIÉN POR SU FAMILIALa lucha libre ha sido la pasión de Carolina Villanueva Escobedo, La Chacala.
Sin embargo, ha compaginado las llaves y candados sobre el ring con una faceta más tierna y amorosa como madre de familia.
A lo largo de 23 años se desempeñó como luchadora y logró ganar varios campeonatos y el aplauso de la gente, pero, sin duda, su mayor satisfacción son sus dos hijos, actualmente de 30 y 25 años.
En un principio, su incursión en la lucha libre fue difícil, porque tenía a su primogénito pequeño y debía buscar la manera de no descuidarlo, mientras entrenaba y preparaba su debut en el pancracio.
Fue un poco difícil, porque en ese entonces tenía a mi hijo en la guardería, pero era un deporte que a mí me llamaba la atención desde tiempo atrás, entonces sí lo pude compaginar: ir al trabajo, llevar a mi hijo a la guardería e irme a entrenar”, cuenta.
Carolina es madre de dos hijos: Pablo Esteban y Orlando de Jesús Escareño Villanueva.
En ese entonces, aunque tenía que dividir su tiempo, logró debutar en la lucha libre.
A sus 49 años de edad, comparte con Excélsior que hace apenas un año se retiró, luego de más de 20 años de trayectoria, no obstante, atesora haber conocido a grandes figuras de ese deporte y ciudades que ni se imaginaba, como Tennessee, EU, “lugares a los que, por mí, no hubiera ido”.
Sobre un ring a veces la gente aplaude a los luchadores y otras los abuchea, pero afirma que es una sensación que no puede compararse con otra.
“MI MAMÁ ES FUERTE”La Chacala cuenta que ninguno de sus hijos siguió sus pasos en la lucha libre; sin embargo, el menor, en la escuela y con los vecinos, siempre decía: “Mi mamá es luchadora, es fuerte”.
Yo lo dejaba, pero a mí no me gustaba que relacionara mi vida profesional con mis vecinos o así”.
Y aunque afirma que siempre ha amado la lucha, se siente satisfecha de que sus hijos no hayan seguido su ejemplo.
“Es un deporte muy mal pagado, te lastimas y ahí te dejan”.
Carolina cuenta que cuando debutó en la lucha trabajaba como empleada doméstica en San Pedro Garza García, y luego comenzó a trabajar en un gimnasio municipal en Apodaca, en donde labora hasta la fecha.
Hace un año se retiró de la lucha por una lesión en una rodilla y también por la edad.
“Yo pienso en no dar lástima”, sostiene.
Al final, ella no se quedó con “la espinita” de subir al ring; recuerda todo lo bueno que le dejó este deporte, especialmente porque lo pudo coordinar con su faceta de madre de familia.
-Aracely Garza MUJERES 4X4 DESAFÍAN LOS ROLES TRADICIONALESSu día comienza con el rugir de motores, entre olor a diésel, chalecos reflectantes y botas de trabajo.
Se trata de Soledad Ramírez Rangel, Karen Arellano y Patricia García, quienes no sólo desafían los roles tradicionales al manejar camiones de hasta 14 toneladas de peso, pues, también, equilibran su vida como madres y abuelas, y hoy son símbolo de inspiración.
En una industria dominada por hombres, estas tres mujeres operan maquinaria pesada en una empresa local de materiales de construcción en Ciudad Victoria, Tamaulipas.
Sus camiones, un “trompo” y dos “volteo”, color rosa, no pasan desapercibidos.
Somos mujeres 4X4, todoterreno”, afirma Soledad Ramírez, encargada de manejar un camión de volteo.
Al igual que Karen, confiesa que en un principio batallaron por el apego que tienen con sus hijos, Soledad, dos, y Karen, uno, pero, hoy en día, el resultado son el motor para seguir adelante.
Me gusta que mis hijos estén orgullosos de lo que soy.
Mi hijo de ocho años llega de la escuela platicándome que a todos les dice que yo soy trailera.
A todo el mundo le dice que su mamá sabe manejar tráileres y camiones de volteo”, relata Soledad.
Cuando me meto al Facebook, me doy cuenta de que algunas señoras tienen la foto de perfil del camión rosa y es que me han parado niños y señoras para tomarse una fotografía”, cuenta Patricia, madre de tres y abuela de seis pequeños.
Patricia es la encargada de manejar el “trompo” en el que traslada concreto.
Confiesa que, después de una serie de altibajos emocionales, su hermana Alicia García la empujó a buscar trabajo y nunca imaginó que terminaría manejando un camión de 14 toneladas.
En su decisión por el volante, los primeros sorprendidos fueron su esposo e hijos, aunque recibió todo su apoyo, por lo que ahora la presumen como “mamá 4x4”.
Mi nieto de primaria, de siete años, le platica a sus maestras que su abuelita es la que trae un ‘trompo rosa’ y no le creían en un principio, hasta que les dijo que me vieran en Facebook y se dieron cuenta de que el niño decía la verdad”.
Al pasar por algunos lugares, los niños se emocionan al ver el camión, “quieren subirse a la cabina, quieren que les toque el claxon al pasar.
Uno se emociona y siento que eres una inspiración para ellos, porque me dicen que cuando sean grandes van a manejar un camión”.
Las tres operadoras también son esperanza para mujeres y niños que padecen de cáncer, pues cada vez que son contratadas, un porcentaje va a la asociación Cachito de Luz.
-Alfredo Peña HEREDA A SUS HIJOS LOS SECRETOS DEL AGAVESoy originaria de Santa Catarina Minas, Oaxaca, tengo 46 años, y me dedico a la producción de mezcal desde niña.
Mi papá, Lorenzo Ángeles Mendoza, me heredó el amor por la tierra y conocer los secretos de los agaves silvestres.
La marca Real Minero nació de un sueño largamente anhelado”.
Así se presenta Graciela Ángeles Carreño, mujer, madre autónoma y mezcalillera todoterreno.
Desde pequeña aprendió a preparar la tierra, las variedades de agaves, seleccionar las piñas y el procesamiento del destilado; al paso de los años, la experiencia en campo, el compromiso con los suyos, combinado con su formación académica, han hecho de Graciela un referente nacional e internacional en el crecimiento de la bebida espirituosa.
El mezcal guía el ánimo de esta mujer zapoteca, madre de Ximena (23 años) y Santiago (14 años), nacida en una localidad donde la mayoría de sus hombres migran y sus mujeres se dedican al trabajo del hogar y el comercio minorista.
Soy la madre de los seres que han sido mi brújula desde que me enteré que habitaban en mí”, afirma.
Ella nació el mismo año que su familia compró su primer palenque, el lugar donde se produce mezcal; “desde pequeña participé junto con mis hermanos y hermanas —Elvia, Eduardo, Rolando, Edgar, Adriana y Myriam— a relacionarme con la madre tierra y  a respetarla”, recuerda.
Son mi linaje y mi orgullo.
Tengo su apoyo incondicional siempre.
Los amo”.
Sus padres, Lorenzo y Candelaria, de pensamiento progresista en un entorno donde la maternidad es el destino natural de las mujeres, deben de ser sumisas y tienen el rol de cuidadoras de hogar, animaron a sus hijas a estudiar; y que en el caso de Graciela la llevó al doctorado en Desarrollo Rural en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco.
El ánimo de Graciela irradia cuando cuenta que su mamá, hermanas y ella se involucraron codo a codo en la producción del mezcal, cuando “entre los productores ninguna mujer se dedicaba a los quehaceres de la siembra del maguey, cultivo y procesamiento de la bebida”.
Sin perder el piso, está pendiente de todo el proceso del cultivo de maguey y la producción artesanal de la bebida, de la siembra de la planta a la investigación científica.
Para Graciela, el legado de su papá, quien falleció en 2016, sigue fresco.
De él aprendió que, como líder, “hay que poner el ejemplo”, por lo que ,“para mandar, hay que saber hacerlo”, una enseñanza que, ahora, transmite a sus hijos.
-Patricia Briseño TODOS LOS DÍAS LUCHA POR LA SALUD DE SU HIJOTener un hijo no estaba en los planes de Lorena, pero su primer esposo insistió, aun cuando él tenía problemas de fertilidad.
Es por eso que ella pasó por el viacrucis de la fecundación in vitro, hasta que, debido a un cáncer, perdió la matriz.
Al no tener ya posibilidades de ser mamá biológica, adoptaron a Rodrigo y, desde el primer momento en sus brazos, lo consideró su hijo.
Él es hijo no biológico, de vientre, pero es hijo de corazón y así es como él lo entiende”, afirma Lorena Colitto, en entrevista con Excélsior.
Lamentablemente, desde los ocho meses, Ro, como lo llama su mamá, tuvo problemas de salud.
Nosotros recibimos a Ro el 7 de mayo de 2007, y, en noviembre, se puso muy mal, con broncoespasmos, lo hospitalicé, y en ese momento fue cuando mi exesposo dijo ‘¿Sabes qué?, yo ya no quiero esto, yo ya me voy’”, cuenta Lorena.
A partir de ese momento, ella se quedó sola y, así, debió enfrentar los retos que han representado las enfermedades de Rodrigo.
Cuando mi exmarido decidió irse, fue difícil, pero Rodrigo ayudó muchísimo a que yo tomara la decisión de: ‘Me voy a dedicar a ti’”, relata.
No ha sido fácil.
Ella recibió un bebé como otros, aunque desnutrido.
Sin embargo, las señales de alerta comenzaron de inmediato.
No podía sostenerse sentado, nunca gateó, habló y caminó muy tarde y, en el kínder, a Lorena le dijeron que Ro no aprendía.
Apoyada por su mamá, que pagaba el seguro de gastos médicos, Lorena emprendió una odisea.
A los siete años le hicieron el primer estudio de genética, en donde descubrieron que tenía un síndrome que se llama XYY, lo cual, si uno lo toma así, no es nada grave, porque quiere decir que hay un cromosoma extra masculino, pero las cosas se ponían difíciles; él empezó a tener dificultades para respirar, desmayos”, relata.
Fueron años de estudios, de médicos que no querían atenderlo.
Al final, se supo que Rodrigo tiene cromosomopatías que le generan síndrome miopático, una enfermedad degenerativa en los músculos, también epilepsia y trastorno de la conducta con afectación mental y motora, espectro autista, estreñimiento crónico y reflujo gastroesofágico.
En 2020, descubrieron que Rodrigo también padece hipertensión pulmonar con agrandamiento de corazón.
Así que, con mucho esfuerzo, se lo llevó a Troncones, Guerrero, pues los doctores le dijeron que debía vivir a nivel del mar o la altura lo mataría en menos de un año.
Fue ahí donde Lorena conoció a su actual esposo, quien se ha convertido en un verdadero padre para su hijo.
Sin embargo, ella aún debe luchar todos los días.
Su exmarido, Antonio García Méndez, empresario de la CDMX, no se hace responsable de los gastos médicos.
Es una basura, porque él sabe la condición de Rodrigo y no paga, no le interesa.
Si él atendiera las necesidades de Rodrigo, porque por ley le corresponde, porque hay un convenio de divorcio, las cosas serían distintas”.
Es por ello que, actualmente, ha iniciado una campaña de recaudación de fondos en la plataforma GoFundMe, con la cual busca darle una mejor calidad de vida a Ro, quien requiere atención y estudios especializados, para los cuales debe viajar a Acapulco.
Además, necesita oxígeno constante y equipo médico especializado.
 Pese a todo, Lorena asegura que no cambiaría el pasado.
Rodrigo le ha enseñado a vivir un día a la vez, a ser empática y a amar sin importar si el otro es de tu sangre o no.
-Olimpia Ávila del Ángel LE ENTREGAN RESTOS DE SU HIJO; “ES EL MEJOR REGALO”Después de 7 años de búsqueda, Sonia Flores Fuentes recibió lo que ella llamó su regalo del 10 de Mayo.
Su hijo, Leonel Santes, desaparecido el 3 de octubre de 2018, volvió a casa.
Leonel fue hallado sin vida.
Mi amor es eterno y voy a tu lado hasta tu última morada, ahí estaremos toda tu familia y tu madre que siempre rezó por tu regreso y hoy me dieron ese regalo del 10 de mayo adelantado, te recibo en tu casa, mil gracias al Solecito y sus guerreras por luchar para encontrar a todos de regreso a casa, mil gracias a todas por su apoyo”, escribió la ciudadana”, publicó Sonia en redes sociales.
Ella es parte del Colectivo Solecito Veracruzanos, uno de los más activos del país, que realizan búsqueda de personas desaparecidas en vida, pero también en fosas clandestinas.
Este Colectivo fue el que halló la fosa de Colinas de Santa Fe, donde fueron encontrados 298 cráneos y más de 22 mil restos humanos.
La vocera del Colectivo Solecito Veracruzano, Lucía Díaz Genaó, aseguró que los que forman este colectivo se han convertido en una gran familia, por lo que la vuelta a casa de cada “tesoro” como le llaman ellas a los restos hallados, es una alegría para todas, pues saben que esa familia no tendrá más dudas sobre el paradero de su familiar.
Leonel tenía 27 años cuando desapareció.
Estaba en un departamento del fraccionamiento Privanzas, ubicado en la zona de Tejería del puerto de Veracruz cuando llegó un grupo de policías.
Con él se encontraban 7 hombres y 3 mujeres, estaban conviviendo cuando los policías irrumpieron y se los llevaron por la fuerza.
-Roxana Aguirre TE RECOMENDAMOS: Mamás privadas de la libertad en CDMX elaboran artesanías para el 10 de mayocva Contenidos Relacionados: Hijas buscadoras: Tras las huellas de su madre con amor, memoria y resistenciaDía de las Madres: Profeco advierte sobre promociones engañosasEn Día de las Madres: Así quedó el Hoy No Circula en CDMX y Edomex este sábado