CASO ZAMBADA-GUZMÁN LÓPEZ: EL GOBIERNO MEXICANO LO SABÍA TODO Sol Yucatán

Ricardo Ravelo

La violencia continúa, imparable, en el estado de Sinaloa, aunque el gobernador Rubén Rocha Moya lo niegue.

            La mañana del lunes 9, la metralla empezó a escucharse en diversos puntos de la ciudad de Culiacán.

            De acuerdo con fuentes gubernamentales, civiles armados con armas largas se enfrentaron a efectivos del ejército. Dos soldados resultaron heridos. La Fiscalía del Estado no dio información respecto a qué banda pertenecen los civiles que abrieron fuego en contra de los soldados.

            Este hecho, sin duda, parece parte de la refriega que aún prevalece después de los hechos del 25 de julio, cuando los narcotraficantes Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López terminaron en territorio estadunidense ya por una entrega pactada o ya por una captura dentro del territorio nacional por parte de efectivos del FBI y de la DEA.

            Este hecho, como se sabe, sigue sin aclararse a pesar de las peticiones del presidente Andrés Manuel López Obrador, a través de sus conferencias mañaneras, para que el gobierno de Estados Unidos le entregue un informe de lo ocurrido ese día.

            Con respecto a los hechos del lunes 9 –el tiroteo y el enfrentamiento entre civiles y militares –el gobernador Rocha Moya dijo, no obstante los hechos de violencia, que el estado de Sinaloa está en paz; que, en efecto, recibieron información sobre un grupo de civiles armados que se enfrentaron con  militares, pero que las cosas volvieron a la calma sin mayores consecuencias

            El mandatario sinaloense miente: Sinaloa es actualmente un estado en disputa. Lo pelea a sangre y fuego el cártel de Jalisco Nueva Generación, el cártel de la Resistencia, entre otros, que han estado al acecho luego de la detención y extradición de Ovidio Guzmán, la persecución en contra de su hermano Archivaldo Guzmán –quien recientemente estuvo a punto de ser capturado en Sinaloa — y las entregas o capturas de “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López, respectivamente.

            Actualmente el cártel de Sinaloa está herido, aunque no de muerte. Al frente del grupo criminal siguen el propio Iván Archivaldo y Alfredito Guzmán; otro bloque lo encabeza Aureliano Guzmán Loera, hermano de “El Chapo” Guzmán, quien purga una cadena perpetua en Estados Unidos.

            Es más, el cártel de Jalisco –de acuerdo con informes de la DEA –ahora ocupa mayores territorios que Sinaloa en el país; domina desde Quintana Roo hasta Baja California y se apresta para convertirse en el cártel del nuevo sexenio ante la estrepitosa caída de Sinaloa.

            El cártel de Jalisco –según la DEA Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, está muerto –actualmente maneja un portafolios de negocios bastante amplio: controla buena parte del territorio nacional, los giros negros, el robo de combustible (conocido como huachicoleo), la trata de personas, la venta de protección, el despojo de propiedades, la piratería, el tráfico de drogas químicas, incluido el fentanilo; además, mantiene bajo dominio los puertos y aeropuertos, infraestructura clave para la exportación de drogas y la recepción de precursores químicos que provienen de Asia y La India.

            Es curioso un dato: cuando al presidente Andrés Manuel López Obrador se le empezó a vincular con el cártel de Sinaloa, en realidad el grupo que más crecía era el de Jalisco. Es decir, López Obrador preparó las condiciones hasta para heredar un nuevo cártel para el gobierno sucesor, el que iniciará en el 1 de octubre próximo, cuando tome posesión como presidenta de México Claudia Sheinbaum, la primera mujer en la historia de México en asumir ese cargo.

            Cabe recordar que el cártel de Jalisco ingresó a la Ciudad de México cuando fungía como jefa de gobierno. Ese grupo criminal se asoció con el cártel Unión Tepito. Antes de su irrupción en la capital del país intentaron asesinar al secretario de Seguridad Pública Federal, Omar García Harfuch.

            El CJNG preparó todo un operativo para asesinar al funcionario en pleno centro de la ciudad de México, justo cuando el hijo de Javier García Paniagua se dirigía a la reunión de seguridad con Sheinbaum. Muy cerca de Paseo de la Reforma, en pleno centro de la capital del país, el funcionario fue atacado a balazos. Asesinaron a varios de sus acompañantes, pero García Harfuch sobrevivió gracias al blindaje de su camioneta, que resistió los balazos de grueso calibre.

            Desde el hospital donde se encontraba internado y bajo revisión, García Harfuch tuiteó (en ese tiempo todavía operaba twitter) envió un mensaje en el que atribuyó el ataque al cártel de Jalisco Nueva Generación.

            Algunos meses después, cuando Alfonso Durazo Montaño despachaba como secretario de Seguridad Pública Ciudadana del Gobierno Federal, reconoció que el cártel de Jalisco ya había penetrado en la ciudad de México, aunque no explicó cómo lo hicieron. ¿Pacto? ¿Negociación con el gobierno? Los detalles se desconocen pero lo cierto es que después del ataque contra García Harfuch se movieron las fichas.

            Al cierre del sexenio, el gobierno –todo indica que así fue –le dio una estocada a Sinaloa enviando a Estados Unidos a dos capos, uno de ellos emblemático: Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López para que sean juzgados en ese país. Mientras que, por otro lado, se preparaba el terreno para entregarle la plaza –todo el territorio –al cártel de Jalisco, hoy por hoy la organización criminal mejor armada.

            Esto podría explicar por qué hasta ahora presuntamente se desconoce cómo cruzaron la frontera Zambada y Guzmán. El gobierno mexicano dice desconocer los hechos y cómo ocurrió. Pidió información a Estados Unidos y hasta ahora no han rendido ningún informe. El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, dijo que la Fiscalía General de la República siempre estuvo informada de todos los detalles.

            Esto quiere decir que el gobierno federal siempre tuvo conocimiento de todos los detalles, pero simuló desconocerlos. De ahí que se desprenda la hipótesis de que bien pudieron ser las propias autoridades mexicanas las que entregaron a los dos narcotraficantes.

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