Relata el diario español El País, el favorito de las élites blanqueadas y colonizadas mentalmente de México:
“Un exfuncionario declara que García Luna pagaba 25 millones de pesos al mes en sobornos a ‘El Universal’”.
“Héctor Javier Villarreal, exsecretario de Finanzas de Coahuila, dice que el exgobernador Humberto Moreira sirvió como enlace entre el acusado y el periódico”.
El juicio que se lleva a cabo en Nueva York contra el ex titular de seguridad durante el interregno del espurio Felipe Calderón, Genar(c)o García Luna, ha confirmado lo que desde hace décadas es un secreto a voces entre periodistas y lectores avispados: el soborno, chayote o embute que se pega por parte de funcionarios corruptos y/o miembros del crimen organizado a medios, altos directivos y “columnistas” a modo con el fin de sembrar narrativas o manipular información y lavar imágenes en medios tradicionales.
Sin embargo, antes que nombrar este caso cómo un escándalo de “narcoperiodistas”, cómo ya se señala en redes sociales, invitaría al lector a utilizar mejor el término “narcochayoteros”, ya que los redactores y periodistas a nivel de calle NO reciben ni un centavo de estas ganancias, mismas que se quedan en la cima de la pirámide de medios tradicionales cómo el anteriormente mencionado y muchos otros.
No está por demás recordar las condiciones precarizadas en que muchos periodistas ejercen su oficio, percibiendo sueldos en los estados de menos de 4 mil pesos mensuales (al menos, hasta 2022, cuando revisé por última vez las cifras) y trabajando prácticamente sin prestaciones, aunque en meses recientes el gobierno mexicano comenzó a asumir la seguridad social de quienes llevan a cabo este oficio.
Seguramente en las próximas semanas surgirán nombres de más corifeos y empresarios corruptos que recibieron dinero de García Luna y el espuriato, pero sientan algo de empatía con los periodistas de estos medios: ellos no se llevaron nada de ese dinero sucio. Absolutamente nada.