Rescatar la historia arquitectónica para construir futuro Excelsior

Por Román Meyer Falcón*Pensar en una arquitectura capaz de generar beneficios sociales de largo alcance es pensar también en las mejores técnicas y procedimientos para optimizar dichos beneficios.
La arquitectura social implica encontrar modos más eficientes, sustentables y prácticos de construir; conocer los métodos constructivos apropiados para cada región y sus condiciones climáticas particulares.
Conmemorar, entonces, el trabajo de un arquitecto, en su dimensión social, es celebrar la tradición y los saberes de los que provienen su técnica y su habilidad para ponerla al servicio de la gente.
 La arquitectura que hoy es la base de nuestro desarrollo integra conocimiento muy valioso proveniente de una memoria histórica preservada a través del rescate y restauración de sitios arqueológicos e inmuebles antiguos.
Es ahí donde el trabajo de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se integra a las estrategias de desarrollo urbano del gobierno federal.
Nuestra colaboración con el INAH y sus grupos de especialistas es más que un ejercicio de preservación.
Se trata de fortalecer nuestra identidad a través de un pasado común, encontrando, a la vez, soluciones prácticas a problemas presentes en aras de un futuro mejor.
 Este sexenio, la relación con el instituto se ha estrechado y ahora forma parte de nuestros programas y proyectos prioritarios.
Como parte de los esfuerzos de mejoramiento urbano, hemos conseguido transformar espacios de incalculable valor histórico en infraestructura pública y cultural que permite a la gente vivir su historia como parte de una vida cotidiana más sana e incluyente.
 En San Blas, Nayarit, por ejemplo, se rescató el antiguo edificio de aduanas para convertirlo en un museo con instalaciones renovadas, que funcionará como centro cultural para la organización de eventos y talleres en beneficio de la comunidad.
El proyecto respeta y resalta los métodos constructivos originales del siglo XIX, al mismo tiempo que incorpora detalles modernos que dan versatilidad a los espacios y permiten su rehabilitación completa.
Otro ejemplo de este tipo ocurre en el municipio de Chalco, Estado de México, en la exhacienda de San Juan de Dios.
El casco y sus  terrenos llevaban años desaprovechados y en deterioro, funcionando principalmente como bodegas y estacionamiento.
Recientemente fueron transformados en un espacio cultural y un polideportivo con canchas de futbol, basquetbol y un diamante de beisbol.
Es un proyecto que responde a la necesidad de infraestructura recreativa en una zona de rápido crecimiento demográfico que ofrece a sus habitantes opciones sanas de desarrollo comunitario e integración socioespacial.
Estos dos ejemplos resaltan entre un abanico de iniciativas de arquitectura social que integran un aspecto fundamental de nuestra historia a la estrategia gubernamental de desarrollo urbano.
Sin el trabajo del INAH, nuestra visión al servicio de las comunidades más necesitadas en el país no podría estar completa, no sólo porque en todo el territorio nacional existen recintos históricos que deben ser rescatados; sino porque cada uno de ellos guarda saberes que contribuyen a un crecimiento eficaz, una planeación más incluyente y un desarrollo más sostenible de nuestras ciudades.
 A la fecha, la Sedatu ha construido más de 900 espacios públicos en todo el país, de la mano de arquitectos y arquitectas que han puesto en el centro de su labor el bienestar de las personas.
La #ArquitecturaSocial pone la técnica al servicio del pueblo.
 Si somos capaces de servirnos del pasado celebrando el conocimiento y tradiciones de nuestros antiguos arquitectos, arquitectas y constructores, sus procesos y memoria, encontraremos más y mejores herramientas para la definición de un futuro mejor.
  Secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano*Gobierno de MéxicoColumnista: Columnista Invitado NacionalImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0