Cártel de Sinaloa y el CJNG: Cuáles son sus diferencias y similitudes según el nuevo informe de la DEA Infobae

El Cártel de Sinaloa (CDS) y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) se posicionan como dos de las organizaciones criminales más dominantes y peligrosas, no sólo en México sino a nivel mundial.

Este jueves la Administración de Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos confirmó que el CDS y el CJNG están presentes en los 50 estados del país norteamericano, según indicó el último informe de la Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas 2024. Este dato subraya el profundo alcance y la influencia que tienen estas organizaciones en el panorama del narcotráfico y la crisis de drogas sintéticas en el país, responsable de más de cien mil decesos en 2022 de acuerdo con cifras de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

Cada uno, con sus propias estrategias y operaciones, ha logrado un impacto significativo en el narcotráfico y otros delitos asociados, desde la producción y distribución de drogas sintéticas hasta operaciones de lavado de dinero y corrupción.

Estructura organizacional

Uno de los aspectos que diferencian a estos cárteles es su estructura organizacional. Mientras que el Cártel de Sinaloa operaba bajo una suerte de federación de distintas facciones familiares y aliados, el CJNG se ha caracterizado por tener una estructura más piramidal y centralizada, bajo el mando firme de Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”.

Históricamente liderado por Ismael “El Mayo” Zambada y los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, conocidos colectivamente como “Los Chapitos”, el Cártel de Sinaloa ha evolucionado hacia un conglomerado de organizaciones semiautónomas.

Esta estructura permite compartir recursos como rutas de contrabando y contactos corruptos, sin necesidad de unificar ganancias o someterse a una cadena de mando única. Sin embargo, con el tiempo, disputas internas entre “Los Chapitos” y Zambada pusieron en cuestionamiento la viabilidad de este modelo de “sombrilla” o “paraguas”.

“El Cártel de Sinaloa no tiene líder. En cambio, el “paraguas” del cartel cubre cuatro organizaciones criminales separadas pero que cooperan. En teoría, esta estructura otorga a los jefes de los grupos independientes de narcotráfico la capacidad de compartir recursos”, se lee en el informe.

Por otro lado, el CJNG, bajo la dirección de Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, ha adoptado un modelo basado en franquicias, lo que le ha permitido expandirse rápidamente y operar de manera más descentralizada pero jerárquicamente.

Cada grupo semi-independiente bajo el CJNG se especializa en diferentes aspectos del narcotráfico, desde la operación de laboratorios clandestinos hasta el manejo de las rutas de tráfico, siempre cumpliendo con las directivas generales establecidas por la cúpula del cártel. Esta estructura ha facilitado al CJNG mantener un flujo constante de ingresos y diversificar sus operaciones, incluyendo la producción y tráfico de fentanilo y metanfetamina hacia los Estados Unidos.

Enfoque en las drogas sintéticas

Ambos cárteles han centrado parte importante de sus operaciones en la producción y distribución de drogas sintéticas, principalmente el fentanilo. Este cambio estratégico les ha proporcionado un mayor margen de ganancia comparado con las drogas de origen vegetal, como la cocaína o la marihuana. La producción de estas sustancias les permite evadir los ciclos agrícolas y los esfuerzos de erradicación, además de generar productos con una alta demanda en mercados internacionales.

Uso de la violencia

El informe de la DEA señala que el Cártel de Sinaloa utiliza la violencia estratégicamente. Se caracteriza por su enfoque en la consolidación del territorio a través de una mezcla de coerción y alianzas.

La violencia extrema es a menudo reservada para aquellos momentos en que sus intereses de tráfico de drogas están directamente amenazados, ya sea por cárteles rivales o por fuerzas del orden.

Por otro lado, el CJNG ha tomado un camino distinto, caracterizado por un uso más flagrante y generalizado de la violencia. Esta organización ha ascendido rápidamente en la jerarquía criminal gracias a una campaña implacable de confrontación tanto contra rivales como contra autoridades.

Fundado alrededor de 2011, el CJNG es ahora conocido por su disposición a involucrarse en confrontaciones directas y actos de terror que buscan infundir miedo y asegurar el control territorial.

Redes sociales y plataformas digitales

Tanto el cártel fundado por “El Chapo” como el de “El Mencho” han adaptado la era digital a sus operaciones ilegales, utilizando redes sociales y aplicaciones de mensajería para la distribución de sus productos. Esto no sólo les ha permitido llegar a un mayor número de consumidores sino también evadir, en cierta medida, la vigilancia y persecución de las autoridades.

Estructuras de operación globales

Ambos grupos han mostrado una impresionante capacidad para operar más allá de las fronteras mexicanas, estableciendo redes de distribución y logística en decenas de países. Esto incluye la colaboración con organizaciones criminales en Europa, África, Asia y Oceanía, lo que refleja su naturaleza transnacional y su capacidad para influir en el mercado global de narcóticos.

En el caso de sus relaciones en Asia, tanto el Cártel de Sinaloa como el CJNG han establecido robustas redes de logística y suministro con grupos chinos para adquirir precursores químicos necesarios para la fabricación de fentanilo y metanfetaminas.

Estos cárteles mexicanos dependen de la importación de químicos restringidos desde China, recurriendo a métodos evasivos como el reetiquetado de cargamentos y el uso de empresas fachada, para fabricar sustancias ilícitas que luego son traficadas a Estados Unidos. La cooperación con proveedores chinos destaca por ser una estrategia compartida por ambos cárteles, evidenciando su dependencia de las redes asiáticas para sostener su operativa de narcotráfico.

Además, tanto el Cártel de Sinaloa como el CJNG utilizan sistemas bancarios subterráneos chinos para lavar las ganancias obtenidas de su comercio ilícito. Estos sistemas permiten a los cárteles mover dinero de manera internacional sin tener que someterse a las regulaciones bancarias convencionales, facilitando el blanqueo de capitales y la reinversión en sus operaciones criminales.

Sin embargo, aunque ambos grupos criminales cooperan con socios chinos en campos similares, existen diferencias notables en sus estrategias de expansión y uso de la violencia.

El Cártel de Sinaloa parece enfocarse en fortalecer las relaciones existentes con sus socios en China y diversificar sus métodos de tráfico y blanqueo; en cambio, el CJNG podría estar buscando ampliar de manera más agresiva su red de suministro y lavado de dinero en Asia, desafiando a otras organizaciones criminales y buscando dominar el mercado de precursores químicos.

Respuestas a las políticas de control

Aunque ambos cárteles han demostrado ser resilientes ante las campañas de las autoridades por desmantelar sus redes, su respuesta a los intentos de control difiere. Por ejemplo, mientras el Cártel de Sinaloa opta a menudo por el soborno y la corrupción para facilitar sus operaciones, el CJNG no duda en usar la violencia extrema como herramienta de expansión y control, lo que a su vez ha generado una respuesta más militarizada por parte de las autoridades.

Ambas organizaciones comparten metodologías para eludir las políticas de control de drogas. Utilizan redes de empresas fachada, complicidad con autoridades y tecnologías avanzadas para el lavado de dinero.